EUROPA
PRESS
5 abril
2019
Por
qué debemos huir de la bollería y la repostería
Siempre recurrimos a lo fácil, a lo
rápido, y por desgracia en muchos casos a lo también rico pero nada saludable.
Esta podría ser la definición perfecta tanto de la bollería, como de la
repostería (aunque sea casera, sí) , un grupo de
alimentos ultraprocesados muy habitual en los
desayunos, meriendas y picoteos españoles.
El caso es que están elaboradas con altas cantidades de
azúcares, de grasas saturadas poco recomendables, y de harinas refinadas (nada
de todo esto suena bien). Eso sí, son altamente palatables,
es decir, que tienen un sabor y una textura que las hacen muy atractivas al
paladar y las convierten en productos de consumo fácil y rápido.
La dietista-nutricionista Raquel Bernácer,
experta universitaria en Educación Alimentaria y máster
en Nutrigenómica y Nutrición Personalizada, alerta en
este sentido, en 'Aprende a desayunar' (Amat Editorial), de que toda esa
cantidad de azúcar y de grasas de mala calidad tienen como consecuencia una
sensación de saciedad corta, lo que hace que al poco tiempo vuelva el apetito.
El páncreas produce insulina, una hormona que actúa como una
llave que abre una puerta específica para que el azúcar entre en las células y
que su nivel sanguíneo se mantenga estable, señala la especialista.
"Aunque es un proceso más complejo, pero para que se
entienda, cuando los alimentos aportan tanta cantidad de azúcar, ésta entra en
el organismo de manera muy rápida, con lo que nuestro pobre páncreas tiene que
producir una gran cantidad de insulina. Esto hace que todas esas puertas de las
células se abran a la vez y entre el azúcar en ellas. Lo que ocurre a
continuación es que, como consecuencia, los niveles de baja azúcar bajan de
golpe y se vuelve a tener hambre", agrega.
A su juicio, lo que le debe de quedar claro al consumidor es
que para nuestro cuerpo "comer bollería y repostería es como comer azúcar
y grasa malas a cucharadas".
Así, Bernácer subraya que el
problema de la bollería no es sólo su mala calidad nutricional, alta en
calorías vacías, sino que su poco poder saciante hace
que comamos de nuevo al poco tiempo de haberla consumido, ingiriendo muchas más
calorías de las que nos imaginamos en un corto espacio de tiempo.
En concreto, la bollería y repostería es una categoría de
alimentos con un contenido calórico alto, que ronda las 400-500 kilocalorías
por cada 100 gramos de producto. A su vez, indica que el aporte de hidratos de
carbono refinados es elevado, sobre todo en forma de azúcar, e igualmente
elevado de grasas, sobre todo saturadas. "El contenido de grasas es tan
alto que puede llegar a representar más del 35% del peso del producto",
puntualiza.
Por ejemplo, cita que una magdalena tradicional envasada
tiene unas 130 kilocalorías y quien las desayuna no se suele comer solo una.
Pensemos que ingiere dos (262 Kcal, 18 gramos de
azúcar, 14 gramos de grasas dudosa calidad, y 0,3 gramos de sal). "Si se
le añade al café dos sobres de azúcar (16-24 gramos) ya hemos tomado más de la
mitad del azúcar que recomienda la OMS", lamenta.
No hay que olvidar tampoco, según Bernácer,
que la bollería y la repostería son baratas, tienen una caducidad larga y
vienen en presentaciones que las hacen muy atractivas, tanto que incluso
algunas incluyen regalos.
La dietista-nutricionista apunta igualmente que el consumo
de estos productos no debería preocuparnos únicamente por los ingredientes con
los que se prepara, sino también por aquellos productos con los que se consume
como lácteos azucarados y con sabores, como batidos de chocolate o vainilla,
zumos de frutas, mermeladas, natas, siropes y otros alimentos ricos en grasas y
azúcares. En este punto alerta de todos aquellos alimentos saludables que
dejamos de tomar por consumir bollería o repostería, como frutas y hortalizas,
o frutos secos, por ejemplo.
En este contexto, la experta indica que el consumo de
bollería si es esporádico, ocasional, y se sigue una dieta equilibrada, podemos
permitirnos un capricho, si bien advierte de que llega un momento en que su
consumo deja de corresponderse con una ocasión especial y se convierte en algo
más habitual dentro de nuestra dieta; momento en el que sí se convierte en
perjudicial.
Por último, advierte de que, "aunque la bollería se
vista de casera en forma de repostería, bollería se queda". "La
versión hecha en casa sigue cumpliendo con la definición de bollería y
repostería, es decir, masas hechas con harinas, azúcar, grasas, leche y huevos.
Que hagamos nuestra repostería en casa puede llevarnos a la idea errónea de que
es más sana, y por lo tanto, podemos comer mayor cantidad o dejar de comer
otros alimentos más saludables. Ojo con esto porque hay que seguir moderando su
consumo", sentencia Bernácer.